Mi fotografía, mi visión, mi vida

Paseo fotográfico: Huichapan

El pasado sábado 25 de Febrero de 2017, José Navarrete y Miguel Riande organizaron un viaje al pueblo mágico de Huichapan. La salida se programó a las 6 de la mañana, para intentar llegar a las 8:30 aproximadamente, a nuestro primer destino: Las carnitas y barbacoa Los Arcos, en el mercado. Llegamos a tiempo al lugar, y tengo que afirmar que aquellos que no sean vegetarianos, aquí podrán disfrutar de una sabrosa comida, ya sea que quiera uno pedir solo un consomé, o acompañarlo de tacos de carnitas, de barbacoa, de pancita (lo que ahí conocen como chicharrón de res)…, aunque a mi la pancita no me agrada, yo no la probé pero de acuerdo al gusto de mi novia, el taco de chicharrón de res está muuy bueno (…, ah si, mmmm, que rico…). No recorrimos el mercado tal cual, solamente llegamos a los arcos y desayunar y tener fuerzas para la primera parte de los recorridos que haríamos a lo largo del día.

Ese sábado, nuestro día empezó a las 4 de la mañana, debíamos arreglarnos para salir a tienpo y llegar antes de las 6:00 el punto de reunión. A las 5.40 ya estábamos ahí y a las 6.20 el transporte ya se perfilaba camino a Pachuca. El camino fue agradable, aún no salía el sol cuando tomamos carretera y, momento después, el cielo oscuro empezó a adquirir el tono anaranjado que vaticina al amanecer; el sol empezó a salir en el horizonte, a nuestra derecha, y la luz del día empezó a bañar el camino que se abría ante nosotros. Entre el cansancio por despertar temprano, la calma que el amanecer imprimía al momento, y el arruyo de la camioneta en su andar, no tardé en caer muerto en mi asiento, y solo reaccioné de nuevo hasta que ya habíamos llegado al mercado.

En Huichapan, nos recibieron quienes serían nuestros guías, Karla y Ricardo, de la empresa de excursiones Los Xhitas (visita su página en Facebook). Ellos se encargaron de que nuestra visita al pueblo mágico y sus alrededores fuera por más interesante, divertida y sustanciosa en alimentos.

Pinturas rupestres de Boyé

Una vez que terminamos de desayunar, Karla y Ricardo nos llevaron a una zona donde pudimos apreciar varias de las pinturas rupestres que existen en la zona. Las pinturas rupestres de Boyé, hechas en color blanco, muestra varios tipos de dibujos, desde cazadores, mujeres dando a luz, animales como venados, serpientes, símbolos estrellas, monumentos de sacrificio, etc. Para poderlas ver, hay que caminar bastante, entre arbustos secos (en esta temporada) y piedras, hay que bajar algunos metros, subir otros tantos entre rocas y laderas, todo eso soportando el sol del día. La aventura es un poco pesada, pero estar en ese lugar, escuchar las narraciones y explicaciones de los guías, ver parte del valle desde las alturas, sentir la brisa que refresca el sudor que corre por la frente, conocer un poquito de lo que los antepasados dejaron para nosotros, es algo que hace que valga mucho la pena el esfuerzo. Incluso tuvimos la suerte de ver una piel completa de serpiente, producto de la muda de piel del animal…, no es que me gusten las serpientes, tengo cierta aversión, pero ver algo así no es algo que se haga todos los días.

En el transcurso, Ricardo nos explicó sobre algunos frutos que pueden ser usados como alimento, probamos una pequeña baya amarilla, cuyo racimo tiene la forma de un racimo de plátanos. Nos mostró los nopales, que ya conocemos todos, pero nos comentó sobre una torta de nopal que hacen en la región, así como también nos mencionó sobre la comida que llaman, «Nopal en su madre»…., el nombre chusco tiene su razón de ser, un «nopal en su madre» no es más que un nopal relleno de nopales…, ahora veo que eso de rellenar un alimento con otro alimento no es único de nuestros tiempos…., o que tal una torta de tamal, un taco de tamal…, hasta se me antoja un día probar una torta de taco de tamal, a ver que tal.

Todos para el pulque, y pulque para todos

Una vez que regresamos a la camioneta, el siguiente destino tenía que ver con encontrar un lugar donde pudieramos probar el pulque, un buen pulque…., pues será buen pulque para los demás por que a mí en lo personal no me agrada su sabor y consistencia, pero pues ya en bola, cuando llegamos, tomé un par de traguitos, namás pa´ no dejar.

Llegamos a una pequeña comunidad llamada Dantzibojay en busca de la beberecua sagrada. El 25 de Febrero, la comunidad festeja una de sus tradiciones, un carnaval …., preguntando por algún lugar donde hicieran buen pulque, nos encontramos con un habitante de la localidad que nos llevó a casa de dos hermanos, quienes preparan su propio pulque, y que en ese momento tenían un poco para compartir. Nos invitaron a entrar, y en pequeños jarrones de barro, como de un litro aproximadamente, nos ofrecieron de la bebida, la cual estaba fresca, no muy ácida y tampoco tan babosa, que es lo que no me agrada del pulque. Entre risas, fotos y algunas anécdotas de nuestros anfitriones, pasó el rato de forma amena. Debo hacer hincapié acerca de la hospitalidad de ambos hermanos quienes, a pesar de no conocernos, nos abrieron las puertas de su casa y, además del pulque, nos regalaron un momento de sus vidas, unas cuantas palabras y algunas sonrisas sinceras.

Los Xhitas y el carnaval

Después del pulque, Ricardo y Karla querían que probaremos otra bebida tradicional de Huichapan, el carnaval, que se prepara con jugo de naranja, tequila, uvas pasa y canela (no tengo el modo de preparación, pero esos son los ingredientes que se nos dijo, llevaba esa bebida). Para probarla, fuimos a otra casa, una casa grande, en donde además del carnaval, se nos regaló una pequeña presentación de lo que se vería horas mas tarde en el pueblo. Varios muchachos, jovenes y niños, estaban reunidos ahí, como si supieran que un grupo de paseantes estuvieran a punto de llegar con ellos.

Esos muchachos representarían, mas tarde, a los Xhitas, bailarines ataviados con máscaras, tocados, de colores y largos látigos de mecate trenzado. Según entiendo, las máscaras representan a los españoles, pero no es una representación en son de respeto, sino de burla hacia ellos, hacia los conquistadores; máscaras de madera ligera, de españoles sonrosados, con el mentón adornado con una tupida barba, ojos de loquitos y un cigarrito en la boca. El tocado, cubriendo sus cabezas, con cintas de colores, y algunos adornados con la imagen de la Virgen María.

En el baile, ellos empezaron danzando, posteriormente jalaron a Karla para que se integrara, y de ahí en delante, a las demás compañeras de viaje. El relajo fue algo divertido, me agradó mucho que los muchachos en vez de sentirse celosos de su espacio y sus tradiciones, son abiertos a compartir y contagiar su alegría. Después de algunas canciones, nos regalaron un poco de la bebida que estábamos buscando, un rico y delicioso vaso de carnaval; la verdad, después de probarlo, prefiero mil veces esa bebida al pulque, frío, un fuerte sabor a naranja, con un transfondo sabor a tequila, que no llega a patear, sino solo a cubrir el paladar como si se tratara de un licor suave, con un toque de canela…., ok ok, no soy un experto en bebidas, usted disculpe, al grano entonces, el carnaval de Huichapan es una bebida bien sabrosa que se disfruta mejor fría, por la Virgencita Santa que es verdá.

San José Atlan

Después de visitar a los Xhitas y disfrutar tanto del baile como del carnaval, nos dirigimos a San José Atlan, donde entramos al parque ecológico «Los Sabinos«. Sabino es el nombre con el cual los habitantes se refieren al también llamado Ahuehuete. El parque es pequeño y adentro hay algunos ahuehuetes que protegen el nacimiento de un manantial, también hay una vieja alberca que se alimenta con el agua del manantial, en la cual uno puede meterse a nadar pagando unos 5 o 10 pesos. El lugar es fresco tanto por el agua como por la sombra que crean los árboles, algunos pasillos permiten recorrer todo el parque, en unos minutos, aunque también hay algunas bancas para quien desee descansar un rato bajo la sombra de esos gigantes.

Uno de los ahuehuetes tiene su tronco partido en dos, se ve que es una herida ya muy vieja, pues en vez de verse lastimado, se ve como si fueran dos troncos independientes, unidos en un punto en común. La razón de esta herida?, como sucede muchas veces en todos lados, el origen de seguro fue natural pero, con el paso de los años, el motivo inicial se fue mezclando con historias, surgiendo de ese modo una leyenda al respecto. Uno de esas historias tiene que ver con una tradición local que consiste en que cada sábado, la población «enrosa» los árboles y la fuente, es decir, cubre de rosas dichos elementos, en forma de agradecimiento a los árboles por cuidar del manantial que provee de agua al lugar.

En el parque, Ricardo y Karla nos pidieron hacer una actividad, la cual consiste en abrazar el tronco de uno de los sabinos, intentar sentir esa vida, compartir con él nuestras preocupaciones, nuestros problemas, pensar en que ese contacto de algún modo nos ayudaría, que el viejo sabino, o el viejo sabio, como le dicen algunos en el lugar, nos daría un poco de su fuerza para salir adelante con nuestros problemas…, tal vez por que yo desconozco bastante sobre estos temas, sobre las energías que nos rodean, es que no pienso mucho en que ésa es una realidad y pienso más en lo grandioso que sería que nosotros, como seres humanos, tuvieramos realmente ese contacto y esa comunicación con la naturaleza, con los animales, con las plantas. Como sea, para mi, pensar en ello es más que suficiente para sentir que ésta es una de las cosas por las que vale la pena vivir, nuestra naturaleza y la relación que podemos forjar con ella.

Acueducto el Saucillo

Posteriormente, después de haber probado una comid en el restaurante «Los Amigos», Karla y Ricardo nos llevaron a conocer el acueducto el Saucillo. A 44 metros de altura en su centro, es el segundo acueducto más alto de América Latina y está compuesto por 14 arcos. Fue construido en 1757 para acarrear agua a los ranchos ganaderos de la zona y así sortear la profunda brecha, llamada de manera obvia la Barranca Honda. Ahora, caída en desuso, la construcción luce sola y algo triste, en medio del paisaje árido y rocoso, y se utiliza como un puente para el paso peatonal.

Cuando llegamos ya estaba atardeciendo, el sol se perdía en el horizonte y la luz bañaba el lugar con tonalidades anaranjadas. Caminamos sobre el acueducto, y aunque había un poco de gente, pude tomarle a mi novia algunas fotografías que me agradaron. Yo sentía que la soledad del lugar, el sentimiento de abandono, en ese momento se acentuaba más por el abandono que sufríamos del astro rey, en unos minutos más estaríamos con poca luz y después, en oscuridad.

Tuvimos que apresurar un poco el paso ya que Ricardo quería llevarnos a una pequeña cueva que existe cerca del acueducto. Al llegar, algunos de nosotros bajamos al interior, es una cueva que ya se usaba desde tiempos de la Revolución. Ricardo nos comentó que actualmente hay gente que realiza actividades de meditación, Yoga, etc., ya que a pesar de que en alguna otra época, en los niveles inferiores se pudieron haber practicado actividades no muy positivas, en la parte superior se siente una paz y tranquilidad que les permite realizar esas actividades mencionadas. Cuando entramos en la cueva aún llegaba un poco de luz del día al interior, pero en unos cuantos minutos, la luz empezó a faltar, y fue momento de regresar a la superficie.

Las fotografías

No quise extenderme tanto pero, es que en verdad, Huichapan, como pueblo mágico, tiene mucho que ofrecer a los que lo visitan. Nosotros no recorrimos todo, un solo día no es suficiente para hacerlo, aunque nuestros guías se esforzaron por darnos a conocer algunos de ellos, también tuvieron el cuidado de darnos el tiempo suficiente para apreciar el lugar. No puedo más que agradecer a Miguel y José, por organizar estos viajes a varios de los bellos lugares que son parte de nuestro México, y a Karla y Ricardo por estar con nosotros y enseñarnos el lugar.

Creo que esta vez muchas de las fotografías fueron más de tipo de retrato, de nueva cuenta alguien tuvo que soportar mi cámara. Todas las fotografías las hice con la 6D de Canon, pero usando 2 lentes analógicos, un Super Takumar 135 mm f/2.5, y un Helios 55 mm; mi eterno problema sigue siendo el enfoque, así que algunas de las imágenes se notarán un poco suaves, pero solo por gusto personal es que las mantuve en el álbum. Como siempre, las imágenes en tamaño real, en mi cuenta de Flickr. Espero las imágenes les agrade y, en lo que respecta a Huichapan, se animen a visitarlo, es un pueblito donde se pasarán un rato muy agradable.

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About the Author:
Mi nombre es Angel Vera, soy programador de profesión y fotógrafo por pasión. He tomado algunos talleres de fotografía, y me gusta adquirir mis conocimientos de forma autodidacta, con la gran cantidad de información que hay en la red y en libros. Me gusta leer bibliografía que tengan que ver con fotografía, que hablen sobre técnica y composición, sobre estilos, poses, posturas, colores, etc. Aunque últimamente he hecho más retrato, me gusta casi cualquier otro tipo de fotografía, me gustan las imágenes, las historias detrás de ellas, la belleza de las líneas, los colores o la falta de ellos.


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